#ElPerúQueQueremos

Comiendo fuera

Publicado: 2009-06-13

Son las 3 de la tarde. No he probado ni siquiera un chicle o un caramelo halls desde que salí de mi casa a las 8 de la mañana. He estado caminando todo el día de un lado para otro, porque me entró el bichito ecológico y decidí no usar el auto.El estómago me llama con ruidos guturales a que me meta a un buffet de la zona que está barato y se ve mas o menos bien. Sirven "regular" como dice la gente y hay mesas libres. Me pongo en la cola mientras chequeo los cuatro o cinco platos que se pueden elegir. No hay mucho tampoco: arroz + garbanzos o frijoles + pollo con alguna salsa. Es simple. Eliges un combo, agarras un pan caliente, tu chicha morada y te vas a buscar una mesa. Pero como nada es simple, y menos cuando uno está apurado. En momentos como estos ODIO a la gente relajada que se toma su PUTO tiempo para elegir que CARAJO quiere comer. Lamentablemente, me tocó esperar a una parejita de amigas que estuvieron paradas en la cola, mirando los platos como 15 minutos. "Ay, no sé que me provoca", decía una, y la otra le contestaba: "No sé, ¿eso es pollo a la cerveza? Cuidado, no te vayas a emborrachar jajaja..." Miraban la triste selección de platos (eran cuatro o menos) como si se tratase de elegir que quieres comer de almuerzo el resto de tus días. No, por favor, tómense su tiempo, si total, mis enzimas se están comenzando a comer unas a otras, y pronto van a comenzar a comerse mi estómago, pero no, tu tómate tu tiempo en elegir si quieres pollo al sillao o a la cerveza... A esta gente nadie debería darle opciones. Deberían ir por la calle con un asesor que les dijera que cosas deben de hacer o comer en este caso. Darle a elegir es perder su tiempo, y jodernos a los demás, que sabemos que esta es SOLO UNA COMIDA y que venir a un buffet de 10 lukas no va a ser la salida del mes. Igual, cuando el fulanito que servía, parado detrás de un vidrio grueso y con mandil, les pidió que eligiesen entre los frejoles y los garbanzos, se armó la grande. "Ay nooo... pero, ¿no tiene puré?". Si claro, tenemos puré, está escondido atrás y lo reservamos para la gente especial como tú... No, idiota, NO HAY PURÉ, si no ves PURÉ es porque NO HAY PURÉ, por favor decidete de una vez o LARGATE a tu casa y preparate tu maldito PURÉ... Mi cabeza ya iba a explotar, cuando finalmente se largaron las dos. Como ya había pasado 4 horas mirando el buffet miserable mientras las amigas se decidían sobre que cosa les provocaba ese día (claro, como si no fueran a ese restaurante siempre y ya supieran de memoria todos los platos del menú) yo ya sabía que quería. Pero el fulanito que servía me dijo que tenía que esperar porque faltaban platos. Mientras mi estómago se comía a si mismo, esperé pacientemente a que trajeran platos limpios. Le dije al toque que cosa quería comer, porque ya no tenía ganas de esperar más y cualquiera de esos menjunjes iba a saciar mi hambre voraz. Pero el fulanito seguro era un chef fustrado, porque se demoró en acomodar el arroz, y al lado el garbanzo, y adornó con la carne. El colmo fue cuando se le ocurrió echarle salsa encima al arroz sin preguntarme. ¿Que acaso no sabe este huevonazo que existe gente neurótica como yo que no le gusta que le mezclen el arroz con la salsa del pollo? Me aguanté de decirle su vida, me aguanté que se demorara 20 minutos más en darme mi plato, y además de eso, que me cobraran extra por llevarme un pancito más. Cuando llegué a la mesa, mi mamá me esperaba. Ella ya había pasado por el buffet y estaba comiendo feliz de la vida. Llegué y pensaba rajar a morir de las dos babosas que no se decidían en que comer. Pero como las tenía sentadas al lado imaginé que me harían una escenita si me escuchaban, y para ese momento solo tenia ganas de comer algo, lo que sea y no hablar más. El colmo fue cuando el local comenzó a llenarse y venía gente a pedirnos compartir la mesa. Y cuando estábamos terminando, venían a preguntarnos si ya nos íbamos a ir. Ni siquiera pudimos tomar un anís digestivo o terminar mi chicha con tranquilidad. Y ni siquiera hablemos de comer un postre... La próxima, en vez de contestarles que no voy a compartir la mesa les juro que voy a comenzar a ladrar. Sí, como una rabiosa.


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Jódanse todos

tengo una predisposición genética para llevar la contra