Clonazepam
Hay pastillas que te ayudan. Esas son las mas engañosas. Esconden tu miedo, tu ansiedad, te duermen la cabeza, te dan sobredosis de inconsciencia, te crean un ambiente falso de bienestar. Y cuando te pasa el efecto, sientes el peso de un mundo completo sobre los hombros, y la angustia se vuelve ya no algo producto de tu cabeza, sino un dolor real, que se aloja en tu pecho, un constante recordatorio que sin querer y para toda la vida eres una con la pastilla, rosadita y pequeña que te da calma, pero también te hace querer arañar las paredes. Hay pastillas que te ayudan. Que sencillo parece todo, cuando la calma y la tranquilidad se pone en la punta de la lengua y se toma con un poco de agua, o incluso, muchas veces, con un poco de vino, vodka o una chela. Hay pastillas, muchas, chiquitas, pequeñas dosis de satisfacción. Has pastillas, muchas, rosadas, blancas, amarillas. Hay pastillas, muchas, que yo he tomado. Hay pastillas que te ayudan. Pero todo es una ilusión.