Por el feisbuk
Maldito el momento en que me uní. No pasa un día sin que en mi correo no aparezcan miles (ok, estoy exagerando, serán 20 en días agitados, después de un tono o juerga, 5 en días normales, comunes, como estos) de e-mails con nombres que aveces no recuerdo haber agregado o personajes que me invitan a ser amigos suyos. Algunos otros quieren invitarme a un monótono jueguito que no tiene mucho sentido y que no comprendo bien. Al parece tengo que comprar una nave y luego la máquina suelta muchas palabras en inglés (y no es que no sepa inglés) que no entiendo o no tengo ganas de comprender. Luego de eso, cada cinco minutos alguien le cuenta a todos que es lo que está haciendo. Esos tienen la obsesión de hacernos saber que cosa están haciendo a cada paso que dan. Nadie les preguntó si querían hacer un reality y se tomaron la libertad de hacerse uno ellos mismos. De antemano les digo, por aquí (y para que no se enteren, y no se vayan a ofender, pobres) que no me interesa un pito saber que están terminando un trabajo de geonometría celular, o que están saliendo o no con alguien, o si pasan de estado soltero a en una relación más rápido de lo que me demoro en mandar un mensajito por el celular. Al costado derecho hay una barrita que te pone propaganda, pero más importante aún, una lista de amigos que puedes agregar si es que los conoces. Ahí es donde, querida amiga, puedes aprovechar para hacerte amiga del patín que te gusta de la universidad con el que hablas de cuando en cuando o que ves en tal o cual clase, y tienes la perfecta excusa, porque él es amigo de la amiga del primo de la chica que hizo grupo contigo en astronomía fotométrica y te agregó por cosas del destino, o porque estaba muy webera ese día. Maldito día en el que me uní, y dejé que esa paginita fuera el barómetro de mi vida social, de como cuantas fotos publico por fin de semana define cuanto me divierto o que tantos amigos tengo, de como me he unido a cincuenta mil causas, de cómo he confirmado mi asistencia a mil y un eventos, de como todavía me da roche agregar a algunos chicos que conozco por ahi, como si se tratase de una invitación formal a un evento, de cómo cada día se me hace mas sencillo teclear las palabras en la barrita del internet explorer y darle enter, y revisar como loca los mensajes, las notas, los cambios de ánimo, los cambios de pareja, las invitaciones, y de estar como una babosa pendiente de quien me agregó y quien no.